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viernes, 5 de agosto de 2011

La muerte rumbo al trabajo

Salió de su casa alrededor de las cuatro de la mañana rumbo al trabajo, no había dormido bien en la noche y el dolor en la cabeza era constante, sin embargo sabía que el deber de padre era mucho mas importante que una simple molestia. Besó a su mujer recién embarazada antes de salir rumbo a la estación, tenia tiempo, el tren salia a las 4:45 y decidió sortear esas diez cuadras caminando, nada podía pasarle, era del barrio de toda la vida, tenia por costumbre no meterse con nadie y siempre fue considerado un buen vecino. Al llegar a la esquina se prendió un cigarrillo y miró nuevamente hacia su casa, recordó que no le dijo a Mabel que dejaba la plata para pagar el jardín de la nena, la luz de sus ojos, pero no volvió sobre sus pasos, la llamaría cuando llegue al trabajo, lo mejor era que descanse, no se había sentido bien últimamente y el bebe no la dejaba en paz.
Sus pasos eran los únicos que acallaban el silencio de las desoladas calles, y mientras seguía fumando pensaba en el nombre del bebe, Nahuel o Geremias, que alegría, siempre quiso tener un varón y estaba a dos semanas de nacer. No había caminado mas de dos cuadras cuando sintió que alguien venia detrás de el, no le dió mucha importancia, a esa hora la gente comienza a salir hacia el trabajo, es mas se sentía seguro de tener una compañía hacia la estación, de pronto los pasos de su acompañante comenzaron a acercarse cada vez mas, Lautaro seguía sin preocuparse pero un grito lo alertó: "dame la guita o sos boleta". No comprendía lo que estaba pasando, él nunca se metió con nadie, trató de explicarle que siempre vivió en el barrio pero los ojos de su asaltante tenían un inyectado color rojo y tuvo miedo, por primera vez, él que con nadie se metía y a quien respetaban los muchachos de la barra de la esquina por lo buena persona que era, tenia miedo porque reconoció a su malhechor, "Julito"llegó a esgrimir entre balbuceo, "Julito, soy yo Lautaro, el hijo de Coca, no te acordas de mi?" su interlocutor lo miró con desprecio y casi le escupió su odio, "claro que me acuerdo, el estudioso del barrio, al que la mami no lo dejaba que se junte con los pibes, ¿que te crees que soy boludo? ¿que no se quien sos? estoy drogado pero se a quien le afano, así que dale entregame la guita o te dejo seco acá", le dijo mientras de su campera sacaba una 9 mm. que consiguió por izquierda.
Lautaro se encontró traumado por la situación y comenzó a sacar de su pantalón una billetera marrón de cuero que su hijita le había regalado por su cumpleaños hacia un mes atrás, mientras se la acercaba al delincuente le pedía que deje sacar los documentos y la foto familiar que tenia, el agresor lo miraba con desprecio y se guardó el botín en el bolsillo de su pantalón de gimnasia, y comenzó a alejarse de Lautaro, quien en ese momento ensayo una resistencia para evitar el robo, sin embargo el ladrón se dio media vuelta y comenzó a disparar. Los tiros acabaron con la tranquilidad de la mañana, a lo lejos se escuchaba el tren y Lautaro caía en el calle de tierra con la mirada perdida, "Mabel" llegó a balbucear mientras sonaba el celular escondido entre sus medias, lo sacó tratando de atender haciendo el ultimo intento de pedir ayuda pero el borbotón de sangre no le dejo pronunciar palabra, el celular cayó por el suelo y del otro lado una voz de mujer desesperada le pedía a gritos que vuelva, acababa de romper bolsa y Lautaro cerró para siempre sus ojos.
Parecería un cuento pero es la cruel realidad de nuestras calles, no nos engañemos mas, estamos cansados de tener que estar a la expectativa de una bala que pueda matarnos, señores por favor brindennos seguridad, que no haya mas Lautaros en nuestra Argentina, que podamos salir en paz y con la confianza de que volveremos a nuestras casas. A todos los que leyeron este cuento Gracias.